Invertir en propiedades bajo condiciones complicadas está dando señales inequívocas de una elección más inteligente, calidad de vida.
Para los mercados financieros la globalización comienza a mostrar una llamativa volatilidad, sobre todo en los niveles de inversión bursátiles. Parte de los movimientos en la bolsa tienen que ver con el equilibrio en la inversiones, la excesiva especulación provoca el fenómeno de burbuja y el mantenerse en una posición poco audaz, el mismo efecto.
De una u otra manera participar en un mercado de inversiones implica comprender un conjunto de fenómenos que tiene que ver con el comportamiento internacional, pero en todos los casos se basa en expectativas, en la pulsación de acontecimientos geopolíticos y sobre todo, lo más actual: una recesión que ocupa a las políticas gubernamentales que deben conformar población que parecen contradecirse entre sí, respecto a las políticas de inversión: lo privado, lo público.
En ese sentido, la inversión tradicional, las propiedades, han entrado en una oscilación que presenta inconvenientes coyunturales, compite con la cotización de moneda extranjera y con la política estatal de movimiento de dinero extranjero.
Las operaciones inmobiliarias llevan un largo período de intervenciones negativas para este sector, que parece haber roto con el proceso cíclico, regular de inversiones en este rubro, de manera que cualquier oportunidad de inversión en propiedades no responde a la tensión creada por políticas de economía, sino a la unicidad de oportunidades.
En esta dirección, invertir en barrios privados o country, sobre todos aquellos que están siendo diseñados para mantenerse en un mercado competitivo y con una idea moderna de servicios y seguridad es una oportunidad ajena a los procesos oscilantes de la economía.
Los inversores más destacados, pero también más arriesgados son los que actúan en Wall Street, con un índice tan inestable que se da en llamar el índice del miedo, provoca grandes sismos que hacen sospechar de la coherencia en los mercados, pero que revela de manera evidente la dependencia de los activos que ya no dependen de fronteras ni de políticas locales proteccionistas.
Lo único sólido, sigue siendo la inversión en propiedades, sobre todo las que teniendo en cuenta fuertes crisis financieras, mantienen un modelo de inversión accesible y seguro como los modelos de Fideicomisos, para los que no es necesaria justificaciones optimistas, es un modelo que funciona a pesar de la incertidumbre en los mercados de inversión, la recuperación en el problema de la vivienda es lento y desafía cualquier especulación.
Los experimentos de control monetario en Argentina, no ha detenido el crecimiento en obras o propuestas, aunque la distorsión haya provocado que las operaciones se fueran complejizando, los diferentes instrumentos que las inmobiliarias ha provisto a sus clientes ha sorteado los inconvenientes y el aumento y mejoras en la construcción no parece haber cambiado a pesar de la situación.
Aunque los bancos han estados cambiando sus políticas de operatorias, moviéndose a un ritmo aleatorio de políticas cambiarias del estado, los emprendimientos constructivos se han mantenido al margen, convocando a inversores que apuestan a un futuro de rentas crecientes.
Esta es la clase de inversores que han permitido que emprendimientos en barrios privados se hayan vuelto atractivos y confiables, características que no parecen tener eco en las propuestas con que los bancos invitan a sus clientes a participar en otras tantas propuestas.
El inversor se ha mostrado cauteloso y propenso a confiar en empresas con trayectoria que supo enfrentar las vacilaciones del sector con un comportamiento responsable.
Cartón resistente, una idea de un diseñador chino que promete ingresar en el mercado de decoración de interiores, industria del mueble y otras opciones.
La burbuja inmobiliaria provoca efectos secundarios, cualquiera con una propiedad arma un sitio para atendión turística sin tener la menor idea de cómo se lleva adelante un servicio de hotel.